Uno de los aspectos que corre más peligro de desaparecer con la despoblación obligada tras la expropiación forzosa de La Vereda, Matallana y El Vado, es la toponimia del territorio. Es decir, los nombres que describían y señalaban los distintos hitos geográficos. Una toponimia que en algunos casos se remonta hasta el siglo XIV, y en su gran mayoría ya estaban definidos hacia 1750 por los datos recabados en el Catastro del Marqués de la Ensenada, donde se señalaban todas las propiedades existentes y su localización.
Del estudio de este imprescindible Catastro, así como los sucesivos como el Amillaramiento de 1863 o los datos de campo recogidos actualmente a las personas mayores que vivieron y "sufrieron" la dificultosa geografía de estas tierras, se recoge una serie de términos que describen prácticamente sin cambios desde el referido siglo XVIII hasta la actualidad las diversas tierras y su particular historia conformada por las personas que las trabajaron.
Topónimos que en su mayoría se refieren a la propia descripción de paisaje, como Lomo la Jara, Cabeza del Pajarejo, Vallejondo, El Robledo, Matallana (bosque en un llano), la Nava (espacio llano), los Chortales (zona de manantiales), Collado Hontanar (collado donde nacen manantiales), la Umbrihuela (zona de umbría), la Solana, Arroyo Abajo, Arroyo de la Garganta, Arrén (prado cercado) del Majuelo (roble), Arroyo del Tejoso (del arbol del tejo), Arroyo del Cerezo, Arroyo de Vallosera (valle de la osera), el Canchal, el Cárcavo, cerrillo de la Fuente Fría, Cerrillo Riscoso, Collado Encinoso, la Chaparra y la Carrasca (encinar bajo), el Otero, el Rioyo (el río en el hoyo), el Diondón (el del hondón), el de Encima, el Frontal, Fuente de la víbora en los Socodales, Fuente de los Tocones (tocones de árboles), la Pozalloso (la poza del oso), la Veredilla, la Peña que Llueve, las Pizuelas (pozas pequeñas), el Recorvo de la Pilas de las Covachas, la Era Manzano, el Pontón del Alcotán, etc.
Otros se refieren a pequeñas historias, la mayoría de las cuales están todavía por descubrir, como la Arrén de Mondragón, la Arrén del Toro, la Arrén de la Horca, el Arroyo de Sierra Elvira, el Pasil de los Caballos, la Cerrada, la Fuente de los Portugueses, la Casa Marilipe, el Santo Bueno, las Escolaillas, la Peña del Casar, las Salegas, el Matizo del Sacristán, las Cofradías, la Arrén y Prado de las Ánimas, el Pedazo Grande, el Piazo Chico, la Peña y Arrenes de la Virgen, el Horcajo de las Espadas, la Peña Bandoria, la Peña de las Guitarras, el Almorzadero, la Peña de la Junta, la Fuente Romana, la encina del Barbero, la Yotracasa, la Casaquemada, el Pizuelo, Roblemarina, la Matadana o Mata de Ana, Collado de San Cristobal, el Corral Viejo y el Corral de la Mesta, el camino de los Arrieros, de los Carboneros o Camino Real, el Juego de Bolos, la Garganta del Camporonal, el Chaburril del Portacho, Fuente de la Bardera, la Era de la Minguarriana, las Teinas del Collado, la Majada del Rayo, la encina del Pecito, la Crizuela, la Arrén Redonda, el Cerro de la Pingana, el Chamuscado de la Garganta, el Arrubiezo, el Portillo de la Cabeza y Medio, el Collado de Perorices, la Casa Bajardo, el Collado de las Tres Lindes, la Majadilla, el Calvario, los Calandrajos, los Canalizos, la Cabeza del Purrinal, el Collado Mijar, la Bustariega, el Asomante, la Arrén de la Monisa, y tantos otros por indagar.
En esta foto podemos observar algunos de ellos.
Veo algún topónimo referido al lobo, en Torrelaguna también tenemos alguno. ¿Volverán?, por allí parece que ya los tenéis a las puertas.
ResponderEliminarUn saludo.
Ya con Félix Rodríguez de la Fuente crearon en La Vereda una zona reservada para la reintroducción de los lobos. No sé si debido a esta iniciativa el lobo ha vuelto a la zona. Hasta los años 50 eran habituales.
ResponderEliminarA finales de los setenta estuve por allí varios fines de semana con un grupo de amigos que estaban encargados de la restauración de las casas. Es un sitio increíble, con un frío que se te mete en los huesos. De una belleza turbadora. Al parecer, se comentaba que una ocasión los vecinos originales del pueblo (Matallana) fueron de visita por curiosidad y no comprendían cómo alguien podia vivir allí voluntariamente.
ResponderEliminarLa explicación a la incomprensión es muy simple. Los antiguos vecinos de estos pueblos tuvieron una vida muy dificil: sin acceso directo desde el pueblo más cercano, ya que había que ir por una senda de mulas (4 horas a Tamajón), sin electricidad, sin agua corriente, sin médico, sin tiendas o vendedores ambulantes que pudieran surtir de alimentos básicos, ropa, etc. El trabajo en estas tierras de pizarra era duro para poder conseguir algún resultado en la agricultura, y en los años 50 empezó la repoblación de pinos que hacía inviable la tenencia de ganado (su principal fuente de ingresos). El contraste con la vida en la ciudad o cualquier pueblo "civilizado" era incuestionable, a pesar la belleza increible de estos parajes.
ResponderEliminarLa imagen con lo topónimos es oro puro. Gracias por compartirla.
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