Jurisprudencia Administrativa del Consejo de Estado 1870
Acabada la Guerra de la Independencia, con los desastres ocasionados por la misma y los conflictos entre absolutistas y liberales, se gesta el final del Antiguo Régimen. En la primera mitad del siglo XIX se produce en toda España una serie de decisiones de gobierno que cambian totalmente la configuración del país, y que acaba en muchos casos con todo un sistema de vida.
El principal de estos cambios es el fin del régimen de Señoríos, lo que conlleva a la nobleza a realizar maniobras para mantener su poder. El Vado, La Vereda y Matallana, pertenecían en este régimen de Señorío al Marqués de Montesclaros, que a principios del siglo XIX era el Duque de Hijar Jósé de Silva Fernández. En este primer cuarto de siglo, el Duque pretendió la propiedad de las tierras comunales del Concejo, la gran mayoría del término, compuestas por grandes encinares y robledales, así como tierras de labor que eran arrendadas por el Concejo a los vecinos. Estas tierras pertenecían al Concejo, ya que el Señorío del Antiguo Régimen no determinaba la propiedad intrínseca de las tierras sino sólo los derechos de justicia y rentas sobre ellas.
De todos modos, y en contra de los establecido en los diversos Catastros, como en del Marqués de la Ensenada en 1752 en el que el Cardenal Portocarrero como Marqués de Montesclaros no poseía fincas en El Vado y su Tierra, el Consejo de Castilla amparó en 1825 la posesión de los montes y pastos en las Villas de Colmenar, El Vado y El Cardoso a favor del Duque. Habiéndose opuesto los vecinos a ello, el Consejo lo mandó ejecutar en dos ocasiones: una el 26 de abril de 1826 y otra el 2 de enero de 1830. Fue en mayo de 1830 cuando tomó posesión de las fincas, con la oposición de los Síndicos o representantes municipales de El Vado y Colmenar.
La maniobra del Duque era clara: pretendía asumir la propiedad de las fincas comunales del Concejo antes de que las Desamortizaciones o expropiaciones de las tierras comunales concejiles y eclesiásticas, propiciadas por los gobiernos progresistas de Madoz y Mendizabal, las pusieran en el mercado mediante subasta, como ocurrió con las fincas eclesiásticas a partir de 1855.
Así, tras varias oposiciones y luchas entre los vecinos y los guardas del Duque, en 1857 los Ayuntamientos y mayores contribuyentes de El Vado, Colmenar, Peñalva, Bocígano y El Cardoso, celebraron una avenencia con el Duque ante el Gobernador de Guadalajara, reconociendo los pueblos la propiedad de las fincas para el Duque, y arrendando dichas fincas al propio Duque por 40 años, finalizando en 1866. Sin embargo, en 1862 el Duque de Hijar vende a Segundo Colmenares las referidas fincas y de nuevo empezaron los conflictos con los vecinos de dichos pueblos, según consta en la Jurisprudencia Administrativa de Sentencias y Decisiones del Consejo de Estado, parte II /1870)
No obstante esta decisión judicial, se sucedieron numerosos incidentes entre los vecinos y el nuevo propietario de los montes, desapareciendo los mojones y dando lugar incluso a muertes de los guardias contratados que impedían el corte de madera a los vecinos, como tenían por costumbre inmemorial.
Mientras, el nuevo propietario, realizaba una feroz deforestación de dichos bosques, utilizados para el carboneo y la producción de madera que necesitaba un Madrid en crecimiento. Así, desaparecían los encinares y robledales de La Cerrada, La Braña, El Robledo, etc.
La lucha por la propiedad de la tierra, seguirá durante el siglo XX, y todavía continúa.....
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